Analogía 1: el oasis en el desierto


 Te encuentras en un avión que vuela sobre un gran desierto. Una turbina falla y el avión se estrella. Milagrosamente, eres la única persona que sobrevive. Pero estás en medio de las imponentes dunas y bajo el sol implacable. No hay nadie más.

Tienes sed y como puedes, vas caminando por el desierto. Comienzas a desesperar y a sucumbir al calor del desierto. Contra todo pronóstico, encuentras un oasis, pero al acercarte descubres que el agua está contaminada. Tienes dos opciones: o bebes del agua o mueres de sed. Decides hacer lo primero y después del horrible trago, continuas tu marcha por las dunas. Pasan los minutos que parecen horas y, al alejarte más, un terrible pensamiento cruza tu mente: "¿Y si no encuentro más agua"?

Presa del pánico, decides regresar hasta el oasis contaminado y decides beber agua nuevamente. La sed se calma, pero el pestilente aroma y el color desagradable te llevan a las arcadas.

Una vez más, decides emprender tu camino por el desierto, sin saber a dónde vas. El pensamiento regresa y crees que no podrás. Regresas al oasis una y otra vez en un ciclo sin fin, sin poder escapar del estanque. El miedo te ha encadenado a él y no sabrás nunca si detrás de alguna duna existe un oasis de líquido cristalino del cual puedas beber agua pura.

Algunas veces, querer salir de un problema implica ir más allá del oasis contaminado. Atreverte a ir más lejos, cada vez más. Verás que podrás encontrar una solución para esa situación y, en caso de no haberla, al menos sabrás que lo intentaste. No mereces beber agua contaminada. ¡Sal a buscar tu oasis de agua cristalina! 

Comentarios

Entradas populares